lunes, 8 de agosto de 2016

Tras el Trampantojo Democrático



Tras el Trampantojo Democrático.

Llevo varios meses deambulando por la red, sea calle adoquinada o pantalla de ordenador, y cada dos por tres acabo situado ante un enorme trampantojo que decora una inmensa medianera, que lo mismo cierra la calle que ocupa la pantalla y por la que no hace muchos años transitaba libremente hacia el campo abierto, ese lugar en donde es posible otear, hasta donde es perceptible, la línea del horizonte.

Ahora, ya no me es posible hacerlo desde ese lugar, aunque es justo reconocer que en compensación se me ofrece  un primoroso mural de vivos colores, dicen que por la noche destacan aún más por los destellos de las luces de neón, que acentúan el realismo con que se describen todos los acontecimientos de la vida democrática española, fruto del incesante trabajo de  publicistas, académicos y políticos al servicio de los PPoderosos,

Por esa curiosidad que me acompaña desde la infancia, me encontré de pronto encaramado sobre la medianera y desde ese punto de vista pude contemplar una nueva perspectiva que mostraba como el fondo de aquel mural se proyectaba mucho más allá del muro-pantalla y las figuras antes estáticas surgían hacia mí de forma dinámica, prestando su voz a un relato que distaba mucho de la realidad publicada representada en el mural y que no me resisto a narrar a continuación, para aquell@s que tengan la paciencia de seguir la lectura hasta el final..

En España estamos asistiendo a un proceso de cambio político, que si bien en su sistema de democracia representativa se ha materializado con la celebración de dos elecciones generales en el plazo de seis meses y cuyos resultados electorales han generado una nueva representación parlamentaria más plural, fragmentada y compleja, estas no han ido acompañadas de una necesaria pedagogía política que, desde los diversos puntos de vista,  incorporase prioritariamente al debate político las necesidades sociales, la lucha contra la corrupción, las opciones de vida de los jóvenes y los mayores, la igualdad y la cultura, la pluralidad ideológica y territorial, el papel  de España en la UE y en el resto del mundo, etc.

Un proceso de cambio, que lejos de adaptarse, para dar respuesta a las nuevas realidades sociales, económicas y culturales del siglo XXI .se ha limitado, hasta la fecha, a reproducir  espectáculos de confrontación,  ahora con cuatro actores principales en vez de dos, en base a guiones que adolecen de un marco global que permita dar respuesta a las razonables demandas del conjunto de la ciudadanía, e incluso optar por el inmovilismo, como el caso del PP,, al mantener actitudes marcadamente reaccionarias como las amparadas por las leyes del aborto, mordaza, tasas judiciales, reforma laboral, reforma fiscal, etc.

Si a todo ello añadimos la carencia casi generalizada de una cultura de negociación y de pacto entre los diversos actores, que hiciera posible potenciar las coincidencias y desarrollarlas a la vez que  se pactan las discrepancias y a la que tampoco contribuyen la desconfianza mutua, ni  la existencia de una percepción negativa del consenso, motivada por la práctica política que hace mayor hincapié en subrayar los deméritos del adversario que  en exponer las propuestas y alternativas propias.

En resumen, no es difícil concluir que ante este panorama, es imprescindible abordar un profundo cambio de paradigma si se quiere afrontar de verdad un proyecto  común de progreso para el conjunto de la ciudadanía española y ese proyecto exige la construcción de un amplio respaldo social que pasa ineludiblemente por la regeneración democrática y el reconocimiento de las diferencias y que va mucho más allá de la mayoría aritmética parlamentaria.


Un cambio que, guste o no a los PPoderes económicos y sus terminales mediáticas, resulta inabordable desde las actuales propuestas que plantea el PP, hipotecado hasta la médula por la corrupción, con un concepto reduccionista de la política y de la sociedad y mucho menos liderado por un reaccionario indolente como el Sr. Rajoy.

Cuanto primero reconozcamos la realidad que se percibe tras el  trampantojo democrático, primero asentaremos las bases para construir una sociedad mejor para tod@s.

2 comentarios:

Unknown dijo...

Perspectiva, girar 360 grados con absoluto sosiego para atinar con el punto preciso en el que nos encontramos, dejando de jalear y aportar respuestas intuitivas a preguntas que, muchas de ellas, deberían esperar su turno.

Vivimos un profundo cambio de ciclo, indicadores que se precipitan con tal frecuencia e intensidad que aceleran el ritmo de los hechos históricos, condicionando los estados de ánimo capaces de medir su alcance.

Los movimientos sociales y políticos organizados se han parapetado para resistir las turbulencias, adoptan posturas defensivas, envolventes, incapaces de simular posiciones numantinas, ingenuos creyendo que esperando a tiempos mejores recuperarán el reconocimiento perdido.

Un nuevo orden se está gestando, los mercaderes nada tienen ya que ofrecer, la sociedad reclama su protagonismo y las retóricas antiguas se convierten en un pesado lastre para quienes no han estado al servicio de los intereses que dicen defender.

J, Benjamín dijo...

Hola José Ramón. Coincido con tus atinadas e interesantes reflexiones.En los momentos de profundo cambio en que vivimos no valen las viejas recetas para dar soluciones a las demandas de una sociedad cada vez más compleja en la que las injusticias y la desigualdad siguen siendo moneda de uso común. Construir una sociedad más libre, justa, igualitaria, solidariay en paz pasa necesariamente por el empoderamiento de la clase trabajadora y su directa implicación como agente del cambio en el proceso de transformación social, económico y cultural. Nos vemos en esa ilusionante tarea.