sábado, 29 de septiembre de 2007

El Fantasma de la Ópera en los PGE 2008



En el mes de septiembre de los últimos años, o sea desde que Zapatero es presidente del gobierno de España, la presentación del Proyecto de Presupuestos Generales del Estado genera en los medios de comunicación asturianos, con especial incidencia en los ovetenses, una falsa polémica que por su reducionismo pone de manifiesto la falta de rigor y la carencia de la más elemental perspectiva en el análisis del Proyecto de Presupuestos.

El PP asturiano, cada año, nos obsequia con la habitual cantinela de negar lo evidente, es decir las partidas presupuestarias consignadas en el Proyecto de Presupuestos, y afirmar con tanta insistencia como falta de rigor, que las inversiones que corresponden a Asturias se llevan a Cataluña. Poco importa que por activa y por pasiva se les muestre que la inversión en Asturias sea el 4,2% de las inversiones estatales, comparativamente casi el doble del porcentaje de la contribución de nuestro PIB regional (2,2%), la de mayor cuantía per/cápita (948 euros/habitante) de todas las autonomías (ya lo fue el año pasado) y aún así crezca el 9,6% hasta alcanzar la cifra de 1.118 millones de euros.

El PP ovetense, se queda algo más cerca para atizar el debate con un ingrediente más localista, la subvención a la temporada de ópera y la discriminación que sufre ésta respecto a la de Bilbao. Eso si, de la sustanciosa subvención al festival de zarzuela, nade se dice y así se ahorran comparaciones. Tampoco se recuerda que una parte sustanciosa de esa diferencia de trato fue generada por el anterior gobierno y gracias a la mediación directa de un ilustre político del PP, gijonés por más señas, con el que, a la sazón, el alcalde de Oviedo estaba enzarzado en una estéril y ruidosa polémica sobre la ronda norte.
Pues bien, pese a todas las descalificaciones, la realidad es que la subvención se incrementa inicialmente en 30.000 euros, que unidos a los 60.000 euros del año pasado, supone pasar en dos años, de 360.000 a 450.000, o lo que es lo mismo un incremento, en dos años, del 25%.

Ya que a la temporada de ópera parece otorgársele, por el PP ovetense, la máxima prioridad política, sería conveniente “ayudar” a resolver esta problemática cuanto antes y de una vez por todas, para que de ese modo, los munícipes del PP puedan dedicar sus esfuerzos a resolver los problemas que más ocupan y preocupan a los ovetenses, como son: mejorar el tráfico y el transporte urbano, facilitar el acceso a una vivienda digna a precios asequibles, crear condiciones favorables para la implantación de empresas que generen nuevos empleos, colaborar en la implementación de políticas sociales para los mayores y personas dependientes, potenciar las políticas culturales y deportivas orientadas a los más jóvenes, racionalizar la gestión administrativa evitando el despilfarro y poner coto al abusivo incremento de impuestos, tasas y precios públicos.

Dicho todo esto, también quiero decir que me gusta la ópera y que conozco a muchas personas que estaríamos dispuestas a “ayudar” para que se potenciase la temporada, en cantidad y en calidad, para que sea accesible para muchos en vez de para unos pocos y que además pensamos que la temporada de ópera, como elemento dinamizador de la vida cultural asturiana, puede y debe de contribuir al desarrollo económico del sector servicios (transportes, hoteles, hostelería, etc.) y de contenidos culturales.

Frente a soluciones mágicas, mendicantes y plañideras que apuestan por solucionar “el problema”de un plumazo, eso si, exigiendo a las administraciones central y regional que eleven de manera extraordinariamente cuantiosa sus subvenciones, entiendo que el planteamiento más adecuado debe de ser otro y articulado en tres ejes: optimizar la gestión, incrementar los ingresos de forma global y sostenida en el tiempo y modular el crecimiento del gasto.

El incremento global de los ingresos, debe de contemplar varios aspectos: Las subvenciones institucionales , asegurando su mantenimiento y un crecimiento razonable, por encima del IPC y sostenido en el tiempo. Las aportaciones de los mecenas, patrocinadores y benefactores que pueden y deben de tener un aumento considerable (resulta sonrojante, tanto la ausencia de algunas corporaciones económicas de la región o con presencia en ella, como el compararse con la ópera de Bilbao). Los ingresos por abonos y taquilla deben de experimentar un paulatino aumento, (tanto en número, priorizando el crecimiento del número de funciones sobre el de número de títulos, como en cuantías unitarias, abriendo hacia arriba el abanico de precios) . Otros ingresos adicionales, mediante la retransmisión por televisión y cable, la comercialización de productos audiovisuales, merchandising, etc. .

Otro aspecto muy importante a considerar es la mejora de la gestión, evitando inversiones inmobiliarias innecesarias, moderando el crecimiento del gasto mediante una colaboración más intensa y productiva con otras temporadas. La creación de “talleres de empleo” en materias como decorados, vestuario, iluminación, sonido, etc. que faciliten la creación a menor coste de producciones propias o compartidas y la adaptación de las mismas. La adecuada modulación del coste de los gastos de personal con cargo a la Asociación y/o la Fundación Lírica.

La ampliación de la base social de la Asociación, fomentando el desarrollo de otras actividades, (recitales, conferencias, conciertos, proyecciones audiovisuales. etc.) y extendiéndolas al conjunto de Asturias, lo que sin duda favorecería la consecución de los objetivos descritos.

Esas y no la descalificación y el enfrentamiento institucional y social, son a mi entender, las bases sobre las que se puede asentar solidamente el crecimiento de la temporada de ópera, que con sesenta ediciones y junto a la Filarmónica, que ha cumplido los cien años, y el Festival de Zarzuela, constituyen una parte muy importante de la médula musical y lírica de la vida cultural ovetense y asturiana.
No podría cerrar este “post” sin referirme a la 60 temporada, que a tenor del cartel:. “Tristán und Isolde”,“Thais”, “Lucía de Lammermoor”, “Iphigenie en Tauride”, “Macbeth”, se presume exitosa. Así fue al menos, en mi opinión, el primer título “Tristán und Isolde”, de Richard Wagner, drama musical en tres actos, de una hora y veinte minutos cada uno, con dos descanso de treinta y cuarenta minutos, (utilizados por muchos de los asistentes en visitar las cafeterías cercanas, ante la insuficiencia de las existentes en el teatro, otro posible recurso infrautilizado y mal dimensionado).

La ópera “Tristán e Isolda”, “una de las obras más fascinantes,...... e intensas de la literatura operística”, asistí a su tercera función, contó con un desigual montaje escénico dirigido por Alfred Kirchner, con decorados inapropiados e iluminación desacoplada en el primer acto; tampoco en el segundo la decoración y la iluminación contribuyeron a crear un ambiente propicio para representar el enajenamiento y la voluptuosidad del intensísimo sentimiento amoroso, las dimensiones del escenario podrían haber aconsejado la utilización de arriba-abajo, en vez del dentro-fuera y del necesario contraste y focalización de espacios de luz y oscuridad para crear atmósferas distintas. Excelente decoración e iluminación en el tercer acto, favoreciendo de modo extraordinariamente armonioso y creíble el tránsito de escenas, desde la terrible amargura del destino fatal de la pareja al éxtasis de Isolda en su canto a la felicidad que refleja el rostro de Tristán.

Notable actuación de la Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias que, excelentemente dirigida por Maximiliano Valdés, tuvo desde el acorde con que comienza la obertura del primer acto hasta el final un relevante protagonismo, “tapando las voces” en numerosas ocasiones, hecho bastante habitual con la música de Wagner, (de ella decía Ortega y Gasset, “sentíamos un patetismo universal: nuestro organismo creía tomar contacto con las venas secretas del mundo y unirse en el aliento cósmico”).

Interpretaciones muy buenas, con un tercer acto espléndido, extraordinariamente intenso y emotivo, con Jon Frederic West, pleno de voz y expresividad, en el papel de “Tristán”, una vibrante Jayne Casselman, cercana al éxtasis en “Isolda” y una interpretación rotunda del barítono Christopher Robertson, en el papel de “Kurwenal”. Completaron el elenco, a buen nivel, Andrew Greenan ( “Rey Marke”), Enrique Sánchez Ramos ( “Melot”) y una armoniosa Lioba Braun (“Brangäne”).

Notas:
Excelente el programa de la Ópera, editado y patrocinado por Eujoa y del que he tomado algunas de las referencias del post. La fotografía del Teatro Campoamor es obra de mi amiga Carmen. Ver más en la blog “el ojo de mi cámara”.

jueves, 6 de septiembre de 2007

Pavarotti, el tenor del pueblo.


Hoy todos los medios de comunicación repican la triste noticia, ha fallecido, en su Módena natal a los 71 años de edad, Luciano Pavarotti,“ el tenor del pueblo”, al que muchos consideran el mejor tenor de la segunda mitad del siglo XX. Gran aficionado al fútbol, la pintura y los caballos, era sin duda una de las figuras del “bel canto” que junto a José Carreras y Plácido Domingo más ha contribuido a su difusión.
Cuando ya había alcanzado la fama en el mundo de la ópera, llegó al estrellato global, durante el Mundial de fútbol de Italia, formando con José Carreras y Plácido Domingo el conjunto de “Los tres tenores” que debutó el 7 de julio de 1990, en las Termas de Caracalla de Roma bajo la dirección de Zubin Metha. Más de seis mil espectadores disfrutaron en vivo del la representación del aria de Puccini "Nessum Dorma", de la ópera Turandot, seguida por otros 1.500 millones por televisión. Las ventas de discos de ópera se dispararon tras el concierto, y los extractos del aria "Nessun Dorma" se transformaron en un símbolo de la fiebre por el fútbol.

En su acercamiento a la música popular, grabó duetos con Eros Ramazzotti, Sting, Frank Sinatra, Michael Jackson y el grupo de rock irlandés U2. A partir de 1991, Pavarotti respondió al llamado de la organización War Child, para recaudar fondos para la construcción de un centro de musicoterapia en Mostar y en otros lugares.

Pavarotti fue muy solicitado en teatros de todo el mundo hasta su retiro en la Ópera Metropolitana de Nueva York, en marzo del 2004, donde interpretó el papel del pintor Mario Cavaradossi en Tosca, de Giacomo Puccini. Pese a este retiro, en febrero de 2006 volvió a interpretar el aria "Nessun Dorma", como cierre a la ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos de Invierno de 2006 en el Estadio Olímpico de Turín.

Finalizaba así, la extraordinaria carrera de Luciano Pavarotti, único hijo varón de una familia de panaderos que, influido por su padre aficionado al 'bell canto', cursa estudios en la 'Scuola Magistrale', en 1955 comenzó a dar clases de canto con Arrigo Polo y Ettore Campogalliani. No obstante, antes de lanzarse de lleno al mundo de la ópera, trabajó en la enseñanza.

Hizo su aparición ante el público en 1961 en Reggio Emilia en La Bohème, ganando popularidad rapidamente. En 1963 cantó Edgardo (Lucia di Lammermoor) en Amsterdam e hizo su debut en Covent Garden como Rodolfo, regresando para cantar los papeles de Alfredo, Elvino (La sonnambula), Tonio (La Hija del Regimiento) Gustavus III (Un ballo in maschero), Riccardo, Cavaradossi, Rodolfo (Luisa Miller), Radamés y Nemorino (L’elisir d’amore).

En 1964, cantó Idamante de Mozart en Glyndebourne, en Norteamérica hizo su primera aparición en Miami en 1965, y una gira por Australia con la compañía Sutherland-Williams en el papel de Edgardo y debutó en La Scala en el papel de Rodolfo, regresando para cantar el Duque (Rigoletto), Tebaldo (I Capuleti e i Montecchi de Bellini) y Des Grieux (Manon de Massenet). Además, en la Scala cantó en la representación de Requiem de Verdi para celebrar el centenario de Toscanini.

Cantó por primera vez en San Francisco en 1967 como Rodolfo, y más tarde cantó en esa ciudad los roles de Nemorino, Gustavus, Calaf y Enzo (La Gioconda de Ponchielli). Cantó en la Metropolitan Opera en 1968, igualmente representando a Rodolfo, y más adelante cantó Manrico (Il trovatore), Fernando, (La favorita de Donizetti), Ernani, Idomeneo, Arturo (I puritani), Radamés, Rodolfo (Luisa Miller, 1991) y el Cantante Italiano (El caballero de la rosa).

La transmisión televisiva de 1977 'En vivo desde el Met' situó a Pavarotti ante la mayor audiencia en la historia de las óperas televisadas. Su nombre aparece en el Libro Guinness Record por la cerrada ovación de una hora y siete minutos que le tributó la Opera de Berlín en 1988.

Este somero repaso sobre su extraordinaria trayectoria tiene como hilo conductor los artículos al uso que hoy se reflejan en numerosos medios de comunicación, pero no obstante con él, también quiero reflejar el agradecimiento por haber podido escuchar esa voz inconfundible, ese torrente de voz, esa voz luminosa, ese timbre extraordinario en sus interpretaciones de Nemorino de 'L'Elisir d'Amore', Radamés de 'Aída', el príncipe Calaf del 'Turandot' y Otello de Verdi. Todavía no he conseguido escuchar la grabación de su clamoroso debut norteamericano – en el Metropolitan en 1968 - que acabó de consagrarlo por la proeza de cantar nueve do agudos en un aria de "La fille du régiment", lo que le valió una portada del Time.

En Pavarotti, como en otros cantantes de ópera, aprecio en gran medida su talento para el espectáculo, no me llenan los que únicamente recitan. El, al contrario era muy especial, aportaba en grandes dosis dos elementos mágicos, su talento y simpatía, con su sonrisa abierta y luminosa y su enorme corpachón, irradiaba una calidez hacia el público que le convertían en el interprete ideal del repertorio lírico italiano.

Era el tenor que mejor me hacía sentir mis emociones, y me dejó grabada una frase suya "Aprender música leyendo teoría musical es como hacer el amor por correo". Si quieres acceder a una buena prueba de ello, solo tienes que pulsar aqui debajo:
http://www.youtube.com/watch?v=VATmgtmR5o4&mode=related&search=

Nota al margen:
Hoy, he tenido ocasión de leer en un diario regional asturiano la entrevista con uno de los responsables de la LX Temporada de Ópera de Oviedo que, en mi humilde opinión, a juzgar por sus declaraciones, carece en buena medida de esos dos elementos mágicos que son la simpatía y el talento, tan necesarios para dirigir a buen fin una entidad como esta. Ahora se entiende que algunas gestiones no se culminen con éxito.