jueves, 3 de marzo de 2016

APUNTES SOBRE EL DEBATE





APUNTES SOBRE EL DEBATE

El Pleno del Congreso de los Diputados, tras un intenso  debate, ha procedido  a la votación de la candidatura de Pedro Sánchez a la presidencia del gobierno, que ha sido rechazada  al obtener  130 votos a favor, 219 en contra y 1 abstención.

Después de varias horas siguiendo el debate ante la pantalla del televisor y tras acabar la votación, no me resisto a “pasar a limpio” mis notas y en este blog personal  ”colgarlas” como apuntes, sin más pretensión que la de ponerlos negro sobre blanco y en común con quienes les pudiera interesar y abiertos como es lógico al contraste de pareceres.

El Pleno que había comenzado con la sesión celebrada la tarde del día anterior, 1 de Marzo, y en el que Pedro Sánchez, candidato a la presidencia del gobierno de España, había desgranado en una larga y prolija intervención el contenido del Acuerdo del PSOE con Ciudadanos, que pese al amplio respaldo que obtuvo en la consulta entre la afiliación y por parte del Comité Federal del PSOE, desde una perspectiva socialista dejaba al descubierto la insuficiencia de sus contenidos para conseguir de forma expresa el apoyo de otros partidos de izquierda.
Así que, en la sesión del día de hoy, como era previsible, se produjo un debate intenso, vivo y plural respondiendo a las posiciones contrapuestas de las diversas fuerzas parlamentarias y también a las actitudes personales, en algún caso teatral, de sus portavoces que han articulado sus discursos en base a tres referencias, el rechazo a las políticas del PP y especialmente al inmovilismo de  Mariano Rajoy; la defensa del Acuerdo PSOE –Cs por parte de Pedro Sánchez y Albert Rivera, como base de partida de un gobierno reformista, que pretenden ampliar sus apoyos por la izquierda y la derecha y la oferta de un gobierno de izquierdas sostenido en exclusiva por partidos de izquierda, poniendo en cuestión el acuerdo alcanzado.
Pedro Sánchez, sin el piloto automático del día anterior y mostrando su voluntad de diálogo y de empatía a la búsqueda de consensos en base al Acuerdo ya alcanzado y delimitando también con claridad el perímetro de los mismos. Así, ha puesto de manifiesto, poniendo pie en la pared, su rechazo a cualquier tipo de acuerdo con el PP, derechas  regionalistas e izquierdas independistas, a la vez que, en un buen ejercicio de pedagogía política, tendía puentes al resto de fuerzas políticas, incorporando propuestas muy estimables que van bastante “más allá” del Acuerdo, tanto desde el punto de vista cuantitativo como cualitativo, aunque es preciso reconocer que, principalmente en los aspectos laborales y fiscales, las diferencias con las pretensiones de los otros partidos de izquierda siguen siendo evidentes.
Mariano Rajoy, instalado en su inmovilismo y poniendo en evidencia su incapacidad para afrontar el reto reformista que demanda la sociedad, ha despertado para el debate esgrimiendo en tono molesto y cáustico un discurso con dos únicos ingredientes: justificar su gestión y menospreciar la iniciativa de Pedro Sánchez , lo que ha propiciado que un oportuno Albert Rivera pase de tantear, hasta ahora, un “apoyo pasivo” de Rajoy al Acuerdo a plantear una “opa hostil” a su liderazgo en el PP y por extensión entre los votantes de derechas..
Podemos ha mostrado una posición poliédrica en la que l@s portavoces de las Confluencias han puesto el acento, de forma mesurada, tanto en demandar del candidato un giro inequívoco hacia la izquierda como en cuestiones territoriales en coincidencia con sus propias posiciones, y todo ello, pese a que Pablo M. Iglesias les había precedido en el uso de la palabra, con una intervención,  que por su tono desabrido y forma provocadora, ha abierto una profunda zanja, allí donde Pedro Sánchez estaba tendiendo puentes.
Si lo que pretendía Pablo Iglesias, con esa desafortunada alocución, muy útil para centrar la atención mediática en su persona y encandilar a los adeptos, era desactivar el Acuerdo para propiciar otro nuevo o abrir brecha en las posiciones del electorado o de la militancia socialista, el efecto conseguido ha sido el contrario y desde luego de una gran torpeza, ya que entra en plena contradicción con su posterior mensaje de estar dispuesto a formar parte de un gobierno de izquierda presidido por Pedro Sánchez.
Alberto Garzón, como portavoz de IU-UP ha reiterado su no a la investidura de Pedro Sánchez mientras se opte por un Acuerdo a derecha y a izquierda, ya que en ese caso “no se modifican las estructuras de poder” y así es imposible modificar el modelo productivo. En buen tono defendió la necesidad de una socialdemocracia comprometida con los postulados clásicos y opuesta al liberalismo de Ciudadanos y el PP. Un discurso serio y riguroso que arruina, en la práctica, con su seguidismo de las posiciones de Podemos.
En definitiva, el debate ha finalizado con la votación ya reseñada y mostrando una situación, básicamente, muy similar a la inicial, con tres posiciones contrapuestas:
-       El PP aislado y preso de su inmovilismo, esperando que la situación se pudra y que tras el fracaso de otros, se convoquen nuevas elecciones y/o se agudice la crisis de tal forma que, aunque sea como un mal menor, pueda reaparecer como alternativa, con o sin Rajoy, y en este caso propiciar un acuerdo con Ciudadanos
-       Pedro Sánchez, llevando y liderando la iniciativa política y tratando de ampliar el respaldo parlamentario a su propuesta de formar un gobierno reformista y de cambio, para lo que es imprescindible contar con el apoyo activo o pasivo del nacionalismo moderado y los partidos de la izquierda, eso sí, sin enajenarse el apoyo de Ciudadanos.
-       El resto de las fuerzas de izquierda, demandando a Pedro Sánchez y al PSOE la formación de un gobierno de izquierda, pero condicionado a la exclusión de Ciudadanos, e incluso por parte de Podemos a que ese gobierno sea necesariamente de coalición, condición previa que tras lo sucedido en el debate se hace más difícil  de aceptar. 
Esta pluralidad de posiciones responde tanto a la mayor fragmentación del  arco parlamentario como a la competición que las diversas, (nuevas y clásicas), fuerzas parlamentarias han establecido por tratar de ocupar  la representación de un mismo espectro electoral, lo que genera dificultades añadidas, donde en otras circunstancias, por la similitud de los planteamientos, sería más fácil conciliar posiciones.
En consecuencia las controversias no se reducen a la diferencia de los contenidos de las propuestas, que también, sino a reclamar para si, la “paternidad o maternidad” de esas propuestas y así poder presentarse ante su electorado, en un escenario cada vez más mediático, como un conseguidor eficaz de sus reivindicaciones.
De ahí que, la mayoría de las intervenciones y de los posicionamientos que hemos visto y veremos en los próximos días, también y en consecuencia, han de analizarse en buena medida en clave de pre-campaña y no solamente orientados a propiciar o no con éxito la candidatura de Pedro Sánchez a la presidencia de gobierno.
          Por tanto, compatible con la necesaria discreción,  resulta imprescindible recabar de todos los actores un ejercicio de transparencia que permita a la ciudadanía, percibir sin ningún género de dudas, quienes, como Pedro Sánchez y el PSOE, están asumiendo la responsabilidad política de implicarse en la formación de un gobierno y quienes, con toda legitimidad democrática, hacen todo lo posible por frustrarla.

          Una primera resultante la veremos en breve, tanto si se solventa con la presidencia de Pedro Sánchez como si se vuelve a la casilla de salida.