Este 1º de Mayo es un día propicio para refrescar la memoria rememorando la dura lucha que a lo largo de más de un siglo, la clase trabajadora viene manteniendo en defensa de sus derechos y también para dar rienda suelta al corazón y dejar que broten los afectos, sin complejos añadidos de fechas mercantilistas, que en un día como hoy, sentimos y expresamos por todas las madres.
Cerebro y corazón. Ideas y sentimientos, en una intensa jornada, en la que las horas de la mañana plenas de reivindicaciones sindicales, ver manifiesto de la UGT y de reflexiones políticas, ver manifiesto del PSOE, suceden las celebraciones familiares de la tarde, salpicadas de conversaciones que no pueden abstraerse del contexto económico y social en que vivimos y que abren camino a la preocupación compartida, con varios familiares se ha quedado sin empleo, y a la perplejidad, cuando se comenta la inminente suspensión de pagos de esa boyante empresa en la que trabajan media docena de conocidos, así, comentario tras comentario, constatas los cercanos por qués que dan imagen a esas cifras que rondan los cinco millones de personas desempleadas.
Si todo ello resulta preocupante, lo es más, la percepción de desánimo, desconfianza y de incertidumbre que ha hecho presa en un, cada día más amplio, sector de la población, que ve con creciente hastío como de forma machacona los voceros de los poderosos esgrimen en los medios de comunicación toda suerte de propuestas inservibles y argumentos caducos cuya única efectividad consiste en hacer recaer, en forma de ajustes y recortes sociales, todos los esfuerzos para salir de la crisis sobre las ya mas que cargadas espaldas de la clase trabajadora.
Mientras, los poderes públicos, nuestros representantes legítimos, elegidos democráticamente, ven fuertemente condicionadas sus decisiones por los mercados, o lo que es lo mismo por los poderes económicos y financieros, mostrando en ocasiones su impotencia para gestionar autónoma y eficientemente la “res pública” en beneficio del interés general. Estas situaciones producen en la ciudadanía una grave desafección hacia la política, en la medida que percibe a sus representantes más como meros apéndices del poder económico financiero que como representantes suyos, lo que abre paso a la resignación, ”no se puede hacer nada” o la cómoda sentencia de que “todos los políticos son iguales”.
Lamentablemente, no gozan de mucha mejor consideración, en este momento, los agentes sociales. Los sindicatos constreñidos por sus estructuras a los ámbitos nacionales y segmentados por orientaciones ideológicas y corporativas encuentran más que serias dificultades para articular una estrategia que, en una economía cada vez más globalizada, les permita, al menos, ejercer el papel de representantes de los intereses de los trabajadores, en la imprescindible interlocución que deben establecer, frente a los representantes de los intereses de las poderosas empresas multinacionales y ante la toma de decisiones por parte de los cada vez más numerosos centros de poder transnacionales.
Si a ello añadimos que, resulta razonablemente impensable poder articular una estrategia sindical de éxito al margen de las legislaciones nacionales y/o sin tener en consideración la existencia de relevantes diferencias entre l@s trabajadores, incluso dentro de la Unión Europea, en función de las diversas condiciones de trabajo, jornada, retribuciones, formación, seguridad y salud, derechos sindicales, pensiones, fiscalidad. etc. en que desarollan su actividad laboral, resulta fácil de entender por qué, la acción sindical se centra más en mantener los derechos existentes e impedir ó modular la pérdida de los mismos que en generar otros nuevos, no menos necesarios, en el marco de una alternativa global.
Dicho todo lo anterior y desde una perspectiva de izquierda, la ciudadanía en su conjunto y la clase trabajadora en particular, no debiera permitirse la frivolidad de prestar oidos a los cantos de sirena de populismos más o menos rancios, ni caer en la resignación ni en el pasotismo, ( del que es buen ejemplo el Sr. Rajoy ), mas bien al contrario, pocas son las ocasiones como ésta, en la que resulta tan necesaria la unidad de las fuerzas progresistas y lo digo desde la izquierda, por que desde la derecha, sus dirigentes no tienen más estrategia frente a la crisis que contribuir a mantener bajo sospecha la situación de la economía española e incluso apostar, (como ya se puso de manifiesto en mayo de 2010, optando por que España fuera objeto de "rescate"), de forma permanente por el “cuanto peor mejor”, ya que, presumen que esa desgraciada situación puede llevarles a ellos al poder, aunque ello significase llevar al desastre a la inmensa mayoría de la ciudadanía.
Por eso, en días como hoy, es más que pertinente subrayar la primacía de la política sobre la economía, la libertad sobre la esclavitud, la utilidad pública sobre los intereses privados y el estado de bienestar sobre el mercantilismo barato. Buscar sin complejos las causas y los responsables de la crisis y obrar en consecuencia sin medias tintas o componendas de oportunidad, conscientes de que SÍ hay alternativas, aunque los periódicos, las radios y las televisiones, olvidando su condición de servicio público, no dediquen muchos tiempo o espacio a difundirlas.
Pese a todo, queda margen para la esperanza y el optimismo, en la medida de que cada vez somos más los ciudadanos y ciudadanas que, bien sea como miembros de un partido, socialista como es mi caso, o sin adscripción partidaria pero sintiéndose miembros activos de una ciudadanía consciente, entendemos que nuestra tarea política consiste en compartir el conocimiento, pensar y ver que existen alternativas y construirlas solidariamente con todas las fuerzas de progreso y llevarlas a la práctica con el apoyo de la mayoría de la ciudadanía.
En esa tarea, me siento cada día más comprometido. Es una tarea de tod@s, así lo entendió también el articulista e historiador Toni Judt , (Londres, 2 Enero 1948 / Nueva York, 6 Agosto 2010),: “La mejor manera de medir el grado de esclavitud en el que una ideología mantiene a un pueblo es la incapacidad colectiva para imaginar alternativas”. (1). Aunque solo fuera por esa sola razón, merece la pena decir: SÍ, HAY ALTERNATIVAS.
En esa tarea, me siento cada día más comprometido. Es una tarea de tod@s, así lo entendió también el articulista e historiador Toni Judt , (Londres, 2 Enero 1948 / Nueva York, 6 Agosto 2010),: “La mejor manera de medir el grado de esclavitud en el que una ideología mantiene a un pueblo es la incapacidad colectiva para imaginar alternativas”. (1). Aunque solo fuera por esa sola razón, merece la pena decir: SÍ, HAY ALTERNATIVAS.
¡Otro mundo mejor es posible!
Notas:
Cartel de la UGT. Conmemorativo del 1º de Mayo de 2011.
(1). "El Refugio de la memoria". Editorial Taurus. Madrid. Marzo 2011
3 comentarios:
"Algunos oyen con las orejas, algunos con el estómago, algunos con el bolsillo y algunos no oyen en absoluto".
Khalil Gibran
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