
Hace veinticinco años, el 12-XII-1982, fallecía en Porceyo, Gijón, Alfonso Camín, sin duda alguna, el más prolífico de los poetas asturianos. Nacido en La Peñuca, Gijón, el 2-VIII- 1890, tuvo una intensa y azarosa vida, a caballo entre España y América, donde vivió en Cuba y México. En 1981 es nombrado Hijo Predilecto y Poeta de Asturias, un reconocimiento tan justo y merecido como tardío, máxime en una región tan generosa como la nuestra.
Hombre sumamente polifacético, es díficil de encasillar como poeta, así, mientras unos lo encuandran dentro del modernismo, otros lo situan como el precursor de la poesía afro-antillana; en su faceta de prosista, publica numerosas y variadas novelas de ambiente asturiano, históricas, cuentos, biografías, libros de viajes e innumerables artículos como periodista, redactor de El Diario de La Marina de Cuba, Director de la revista Norte 1929-1967, etc.
Alfonso Camín, pertenece desde su juventud a esa legión de asturianos y asturianas amantes de nuestra tierra, que transterrados lejos de ella, hacen bandera de la asturianía. Con todos y todas estas personas, Asturias y la sociedad asturiana tenemos una deuda impagable, que en el caso de Camín, nos resulta, en todos sus términos, ya imposible de saldar.
Estos días, a través de los medios de comunicación, he tenido ocasión de conocer algunos de los modestos homenajes, que con motivo del 25 aniversario de su muerte, le han ofrecido el Ayuntamiento de Gijón y reconocidos "caministas" en varios lugares de Asturias; no ha sido así en Oviedo, donde el Ayuntamiento de la Capital de Asturias, ni siquiera está a la altura de aquel otro, que el 27-VI - 1967, sí en 1967, dió el permiso para que el Ateneo de Oviedo colocara en honor del poeta gijonés, una lápida recordatoria en el campo San Francisco de Oviedo.
Digo que no está a la altura, por que lamentablemente no solo ha ignorado la efemérides "el concejal de inkultura e iznorancia," seguramente ocupado en otros menesteres, como por ejemplo: ampliar el vocabulario de insultos que habitualmente dedica a la oposición, si no que, además de carecer éste de tiempo, tampoco el resto de los ilustres corporativos del equipo de gobierno disponen de dinero para la más elemental conservación, como es repintar (1), las hoy practicamente ilegibles, leyendas esculpidas en la placa, que dicen:
Si soy el roble con el viento en guerra
¿Cómo vivir con la raíz ausente?
¿Cómo se puede florecer sin tierra?
Alfonso Camín
Homenaje del Ateneo de Oviedo . 27 - vI - 1967
Fotografía del estado actual de la lápida situada en la plazoleta de "El Angelín". (1) La última vez que se repintó, fue a iniciativa del que suscribe, siendo concejal del Ayuntamiento de Oviedo.
Pues bien, a esos homenajes quiero sumarme con este post, modestamente, lo hago en agradecimiento a quién con sus escritos me ha proporcionado tantas horas de placer y enriquecido mis magros conocimientos con la lectura de sus poemas y novelas. Los primeros textos que cayeron en mis manos, están recogidos en el libro "La Ruta y nuevos poemas", regalo de mi padre y que hoy conservo como un tesoro, editado en México, en 1965, por el propio Alfonso Camín, e impreso en los talleres de "La Impresora Azteca" el 13 de Julio del mismo año.
En este post, Alfonso Camín a través del retrovisor, os propongo un acercamiento a su ingente obra por un itinerario que va desde los videos en los que Chavela Vargas, canta magistralmente "Macorina", canción sensual e himno revolucionario, a la canción de Vicente Díaz "Acuarela asturiana", que canta en el homenaje al "Presi", (ambas con letras de Camín), para finalizar en la lectura del texto de la solapa de "La Ruta y y nuevos poemas" que cito a continuación.
"¿Un libro?. No. Dos libros en uno. Cierto que otro poeta de menos obra que Alfonso Camín hubiera hecho aquí otro libro solamente con los Nuevos Poemas que lleva esta obra. Pero su fecundidad, su manantial perenne no es para aumentar títulos. Los Nuevos Poemas que van en esta obra y que bien pueden formar otro tomo, los incluye Alfonso Camín en “La Ruta y Nuevos Poemas”, segunda edición corregida y aumentada.
La primera edición de “La Ruta” se publicó en Madrid, en 1916, editada en Mesón de Paños número 8, entre la Plaza de Herradores y la Escalinata que sale a la Plaza de Isabel II. La ilustró e hizo la portada Máximo Ramos, que entonces era anarquista, había estado en México y fue el pintor predilecto del siniestro doctor Urrutia.
Eran los tiempos heroicos del Madrid romántico y literario, cuando se reunían en el “Café Varela”, en torno a un fantasmón verleniano, un grupo de poetas jóvenes como Juan González Olmedilla, Eliodoro Puche, Paco Martínez Corbalán, Emiliano Ramírez Angel, Alberto Valero Martín, Julio de Hoyos, Mauricio Bacarise. Cuando don Alfredo Vicenti, director de “El Liberal”, aseguraba en sus páginas que llegaba de América un poeta asturiano del cual se hablaría tanto como de Rubén Darío.
Cuando Alfonso Camín acudía con otros contertulios al “Café de la Concepción”, en Pez y Corredera, para escuchar el piano de sus paisanos Fresno y el gran violinista Corvino. Cuando Alfonso Camín formo su propia tertulia de la juventud madrileña en el café “El Buen Gusto” frente a “El Cafetal”, en la propia Corredera de San Vicente, cerca de Luna y Desengaño. Prudencio Iglesias Hermida publicaba en su periódico “Los Comentarios” y en las páginas de “El Liberal” un cronicón extraordinario, lleno de desenvoltura y de imágenes arrogantes, asegurando que su amigo el gran poeta Alfonso Camín había cazado en América leones a mano y que tuvieran cuidado con él los poetas chicles de Madrid, entre los que imperaban entonces la “mariposuela” y la “media tostada”.
Cuando López Barbadillo le abría las puertas de ”Los Lunes del Imparcial” y le daba a Camín unas hermosas ilustraciones para unos sonetos que publicaba en “La Esfera” y “Nuevo Mundo” sobre Benvenuto Cellini, Lucrecia Borgia y “La Gioconda”, de Leonardo de Vinci.
Cuando Ramón Pérez de Ayala lo recibía en su seno e iban juntos a corregir y trasladar “La Paz del Sendero” a “El Sendero Innumerable”, con gran complacencia del autor de “La Pata de la Raposa”. Cuando paseaba el Rey Alfonso XIII por las calles de Bailén para felicitar a la Infanta Isabel, iban Pérez de Ayala y Alfonso Camín en la plataforma del tranvía fumando sus puros, saluda el Rey, se quitaba el sombrero Pérez de Ayala y Alfonso Camín no se daba por enterado, mirando a las Caballerías Reales, por aquello de que era republicano. Cuando José María Vargas Vila invitaba a Camín y a otros poetas a una cervecería de la Calle del Carmen, se emocionaba el panfletario autor de “La Tragedia de Cristo” y elogiando a Camín, lo comparaba con los cóndores americanos.
Era la época cuando Andrés González Blanco, crítico y maestro de críticos, ponía por las nubes a Alfonso Camín a propósito de sus sonetos “Agosto” y “El Submarino”, escritos en exámetros y pentámetros latinos. La época en que Felipe Trigo le pedía a Camín unos versos para su novela corta “La Vida” y al día siguiente se daba un pistoletazo en la Ciudad Lineal. Cuando don Benito Pérez Galdós, largo de cuerpo y bonachón de espíritu, ya casi ciego, saludaba a Alfonso Camín en la Red de San Luis donde entonces se vendían libros viejos.
Cuando el viejo Cotarelo, Secretario Perpetuo de la Academia Española de la Lengua, le daba el espaldarazo a Camín e iban juntos a las librerías de viejo por las cercanías de Luna y Desengaño, elogiando Cotarelo los poemas sobre “El Españoleto” de nuestro poeta asturiano. Cuando Enrique de Mesa, el gran poeta de la Sierra guadarrameña, se entusiasmaba con el poema “Elogio de la Mula del Nacimiento”, de nuestro Alfonso Camín. Los tiempos en que el ilustre cervantista Luis Astrana Marín aseguraba que llegaba un gran poeta español de las tierras de América y al revés de otros, hablaba y escribía en perfecto castellano.
Cuando Francisco Villaespesa y Eugenio Noel acudían a la tertulia de “El Buen Gusto”y de la “Taberna de Pascual”, para escuchar aquellos versos de la juventud española y del poeta que llegaba de América. Cuando moría Rubén Darío y los poetas con Alfonso Camín a la cabeza, salían a decir versos del gran nicaragüense por todas las calles y parques de Madrid. Cuando Amado Nervo pasaba hambres en su pequeña casa de la Calle de Bailén, rechazaba una pensión del Congreso español y quería hacer de Camín un poeta místico, asegurándole desde sus balcones que, de entre las nubes del Escorial, salían los fantasmas de Felipe II y del Condestable de Borbón.
Eran esos tiempos felices y caballerescos, de la bohemia bien o mal vestida, pero bohemia honrada, sin el materialismo de hogaño.
A esos versos de entonces une Camín los poemas de ahora, (13 de Julio de 1965), componiendo una edición formal a la vez que da a la palestra un libro que, en realidad, iniciándose con un vino viejo, resulta una obra nueva, sin perder para nada su brío primogénito, a la vez que va llevando a cabo, de éxito en éxito la impresión de sus Obras Completas, guste o no guste a los farsantes de Apolo, a los que aman las alas en los pies del dios Mercurio y a los que aquí y allá hacen el elogio de Sancho Panza y olvidan los descalabros y heroicidades de Don Quijote."
Para finalizar el post añadir una reflexión personal, ahora que estamos celebrando el 400 aniversario de la Universidad de Oviedo, pienso que no estaría de más, que ésta, en colaboración con las instituciones asturianas, publicaran "las obras escogidas"de Alfonso Camín, difundieran las tesis doctorales sobre su obra, y organizarán toda clase de actos que contribuyeran al conocimiento y reconocimiento por la sociedad asturiana de uno de sus hijos más insignes.